mito de la muerte del centauro quiróN
NO CERRARÉ LOS OJOS
¿Por qué Prometeo no sintió ningún entusiasmo cuando Hércules le ofreció la inmortalidad y acabar con su tortura? Había tenido demasiados años para reflexionar. Conociendo los más íntimos resortes de sus actos, sabía que en iguales circunstancias volvería a actuar de la misma manera. Lo cual no significaba que estuviera arrepentido. Por el contrario, ¿había algo mejor que arriesgarlo todo enfrentándose con Júpiter omnipotente por unas criaturas tan miserables como los humanos? Se sentía pleno de orgullo y satisfacción: estaba encadenado por haber tenido el coraje de ser libre y de amparar al débil.
Una vez Prometeo robó una semilla de fuego del carro del Sol para que los humanos cocinasen sus alimentos y se calentasen. Júpiter lo descubrió, desnudó a Prometeo y lo ató a una roca del Cáucaso. Después ordenó que un águila le devorase de día el hígado que por la noche se volvía a regenerar. Júpiter le juró que sería atormentado eternamente.
Pero la eternidad es mucho tiempo y más para un dios como Júpiter. No hacía mucho que había permitido a su hijo Hércules fuera a preguntarle cómo robar las Manzanas de Oro. Ahora Hércules había vuelto y le hablaba de Quirón, el sabio rey de los centauros. Quirón había educado a los héroes más famosos. Había enseñado a luchar y a afrontar sus propias flaquezas, entre otros, a Esculapio, a Jasón e, incluso, a dos jóvenes que serían enemigos en la guerra, Aquiles y Eneas. Los héroes le llegaban siendo niños y consideraba terminado su adiestramiento cuando creía que eran dueños de sí mismos.
Hércules le contó a Prometeo que por culpa de su carácter precipitado, Quirón estaba sufriendo lo indecible. En medio de una estúpida pelea con los centauros por un jarro de vino, Hércules había herido a Quirón con una de sus flechas cuando éste intentaba poner paz. Hércules extrajo la flecha a su amigo centauro, pero el mal ya estaba hecho: estaba impregnada con la sangre de la Hidra y el veneno corría por su cuerpo. Quirón, hijo de dioses, no podía morir por lo que el dolor le poseería durante toda la eternidad. El maestro de héroes, para que nadie presenciara su desesperación, se retiró al fondo de la humilde cueva en la que habitaba.
Hércules ofreció a Prometeo un cambio: lo liberaría si aceptaba la inmortalidad de Quirón. Él sería un dios y Quirón descansaría con los bienaventurados en los Campos Elíseos. Prometeo se preguntaba que para qué quería la inmortalidad. En su existencia como humano había comprobado que la felicidad tenía mucho de inconsciencia. Siendo inmortal, ¿encontraría la sabiduría para salvaguardar su dignidad sin crearse enemigos poderosos? De todos modos, lo único cierto era que Quirón sufría. Prometeo, compadecido, aceptó. Hércules atravesó el águila con una flecha y Prometeo quedó libre.
El buen centauro Quirón murió, sin embargo, su recuerdo permanece en la constelación de Sagitario.
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